viernes, 24 de junio de 2011

¿Por qué a la amada?

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Vida. No me conocía algo, el alma.
Cual fuerza autómata en el tiempo hervía
sin ir al fin o ver un por, blandía
muertas vorágines sobre mi palma.

¡Llegó otra torbellino y dio la calma!,
brío, fue en mi noche luz, sol en mi día,
germinó mi valor, mi cobardía,
fui juicio y dicha. Se alza hoy bella… mi alma.

Y aquí es que me la quitas, a la amada.
¿Así era?, se durmió tan matutina,
¿fue a otro mundo turbio repentina?,

¿qué abismo alumbrará tu hija ambarina?;
¡dormía haciendo y soñó despierta la hada!
De ella conmigo no sabré más… nada.