Partes

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Primero

Tal la otrora en la flota gallardía,
nave, que fue al crujir de la corriente
campeona, y luego diose a la armonía
dando al mar en corales su simiente;

tal sol que al alba despunta hacia el día,
mira las flores y en ellas se cierne
brillando en sus rocíos su sincronía,
y pleno al ocaso eclipsa y se duerme;

como tierra que ansió estar en la estela,
que ha mil años gritó su ansia echando tiembles
por ser la cima que hoy la altura alberga,
y ahí colmada descansar sus nieves;

como la verdad que inspirada llega
y alza el velo ante el hombre que la encuentre,
se hace en él para ser aquí en la tierra
y hecha su obra al arcano se devuelve;

como el agua que cae de la nube
fecundando el haz, tal tócale en suerte
bien agita el vaivén que al campo cubre
y luego al cielo en un vapor se vierte;

como el poema que a él mismo se cumple
mutando a quien su corazón le preste:
lo arranca al mundo y a un papel lo sube,
para irse al fin en una onda celeste;

como hoja que al alba al campo enverdece,
da el oxígeno que el cielo contiene,
para él baila hasta que en ella atardece
y de noche el viento al verde consiente;

como el alma que a su esencia obedece
tejiendo lo feliz que Dios ofrece:
amor; su cuerpo un día entonces perece
sabiendo que otro mundo a ella viene.

Como esto.
                   Así.
                          Tendrá que ser mi vida;
como el agua hoja y tierra: melodía;
como verdad, poema, alma movida;
sol que lleve mi nave en armonía;

siguiendo a Dios, no a algo más que corroe
diciendo: “sufre, el dolor aquí existe”;
siguiendo el tiempo y de las dichas su orden:
amor, razón, verdad. Después de aquí irme.

Seré el amor que entrega el corazón,
seré en su oleaje mieles y calor,
seré una alta honda alma y gran pasión
realizando en él todo fulgor;

mi juicio tendrá al Éter de visión,
seré ansia de saber, observador,
me haré en los elementos parangón
haciéndome de todos mi color;

mi raciocinio brillando discreción
será de todo aquel que encuentre yo,
pareciendo quietud seré una acción
que de concordia a Dios, quien paz me dio.

Porque la razón nace del amor
cuando se envuelve y crece en su candor,
y ambos traen la verdad hacia su unción
confluyendo por siempre en una unión

Daré el amor; lo viviré festivo
sin temer hiel sino siendo en él cruento,
reforzando la razón que de él vino
y sea a mi amor horizonte sin pero;

seré razón justa, en ella iré digno,
fruto alzando y desterrando en mí el ego,
por más aún ver que mi tiempo y destino
y ante mi ser la verdad alce el velo;

tendré la verdad, será gozo mío
que no irá en mí inerte y, siendo misterio,
haré que la sienta el hombre furtivo
sin que tire lo que Dios es el dueño.

Porque en ansia de tener siempre abrigo
he de apegarme a lo que es verdadero,
por esto no seguiré orden distinto
de lo etéreo que en el mundo contemplo,

cada de esto llevaré sin recodo
para dar y en mí tener siempre todo;
paciente soy, ya vendrá en su medida
pues ya hoy sé quién será amor en mi vida;

seré en mi amada, en uno iremos dos
pues la hube de hallar en puerto de Dios
y he de amar, luego vendrá lo postrero;
por Susana iré, será ella primero.





Hice

Bi, verte harto, mío objetivo.
En mi mente a ti meterte,
preguntar y en ti ir activo…
   por el hambre de entenderte;

sentí y lo hice en ti presente,
fui un espacio y tiempo fuerte
para aquí tenerte frente…
   y el ansiado “sí” obtenerte;

brindar la tinta a quien se estima,
lo que tu ser al mío le vierte,
mi lira, nervio y ansia en rima…
   para de ahí a ti leerte;

tu familia me alejé,
bien los quise, no fui inerte,
de esto nunca a ellos oiré…
   para un día poder tenerte;

olvidar cuando en ti expiras,
voltear la vista ahí, no verte
tus dizque elites, tus iras…
   para en mí siempre ascenderte.

Me tragué tu no, mis liras,
mil ascensos, mi entenderte,
mis alejes y tus iras…
   por lo necio de quererte.





De un tiempo a hoy

De ti escribo insultante, descortés,
no por no amarme, Dios de esto es testigo;
es porque de ello diste a mí castigo,
tal, que de un tiempo a hoy muda ansío que estés,

ciega, no hiera el ojo con que ves…
Oh… ya no soy aquel que fui contigo;
ya… perdón, lo que haces hago, ¿a qué sigo
si olvido a quien fue ayer… por quien hoy es?

¡Es porque parece ayer que te traté!...
¡perdón! soy débil, fuerte a ti te amé,
y es que otra tú eras… en la que quedé,

desde hoy te llevaré por siempre así;
haré lo que cuando eras ella, ¡sí!,
soplar en tu recuerdo al aire… “Bi”.





Sólo siento y se da

  Sólo siento con ella. Ayer sentí
  ánimo osado que ansía a desafiar,
  júbilo finado a reavivar
  sin pena en fausta escena. Descubrí…
Mi amor hoy anda y va…

  Ya viven regocijo y dejan siestas
  sombra y campos, y van a su salud
  trino y sol adulando su virtud,
  a vez que el haz y el lirio dan sus fiestas…
por Susana que es tan bella…

  ¡Un deseo no! ¡Anhelo de ponerla
  -en mayor vida al don en el que mora-
  en senda!, tengo yo de en su alma verla
  siendo más ¡señorita no!... señora…
sólo siento con ella.






Carta en tus veinte años

Tienes ya veinte años y eres toda una energía,
abre tu voz las sendas y ordenas en los vientos,
estás tú aquí y allá teniendo cuanta quieres vía
porque yendo contigo hoy veinte se alzan muy contentos.

Eras tú chiquilla que en los campos jugó mucho y más corrió,
tiempo de abrazos, regalos, y de felicidad que no fue escueta,
sin preocupación, con mimos, algo quisiste y se te dio;
¡ah!, años de la infancia en los que el alma camina tan repleta;

luego fuiste no tan niña y mucho ver todo querías,
ingenua andabas, el bien y el mal viviste y siempre fuiste pura,
y seguiste así porque esperando sentir la dicha tú vivías,
reíste y lloraste, pero, linda, en todo momento con ternura;

y luego un don a tu pureza la adorno maravilloso
porque tu camino incierto lo volvió en esplendoroso,
puesto que este don cuida e ilumina a quien lo elija;
y nos acompañaste de una pequeñita, nuestra hija.

Tú, que en nuestra niña siempre mores y le traigas harta dicha,
nuestra niña, que a ti, madre, te honre y ame y siempre te lo diga,
tú y nuestra niña, siempre… sí, siempre se amen y jamás verán desdicha,
ustedes, tú y nuestra niña, siempre… que a las dos Dios las bendiga;

hoy llevas veinte soles y no temes a los truenos,
pasas por heladas, ventiscas, desiertos y por ventas,
se te inclinan las estrellas y los cielos con sus senos,
cruzas con dominio y fuerza por abismos y tormentas;
vuelas con holgura y porte sobre hielos, montes y planicies,
te alaba la flora y ante fieras mandas en las superficies,
vas siendo reina de los bosques y el trinar de todas aves,
y de la voluntad de mares, nubes y hombres traes las llaves.

Al pasar de los años, adelante; irás con larga vista,
tranquila pero firme, serena, una mujer muy bienhechora;
seguirás con honradez y siempre habrá una mano que a ti asista;
darás entonces tu saber; serás tú toda… toda una señora;

en el colapso de los tiempos te vestirás de la experiencia;
mirarás con brillo, sobreentendida; regalando sencillita
con paz virtuosa y añoranza a quien la clame, tu sapiencia,
fuente que derramarás resplandeciente… serás tú una viejita;

y en un día los Ángeles te guardarán de todos males,
verás desde tu eterna luz, en el mundo tu semilla, complacida,
y abajo serás muy recordada; te honrarán las hordas celestiales
y estarás junto de Dios que te llamó, y de él serás la más querida.

¡Oh Susana!, la chiquilla, la joven ansiosa, la de veinte,
la madre, la señora, la viejita de sapiencia tanto sana…
oh… Susana ya en los cielos, Susana del recuerdo complaciente;
¡oh preciosa amada!, de la creación eres milagro ¡tú Susana!

En muchos lugares estuviste y en muchos más ahí estarás,
un algo ya viviste, y con los años más tú harás y vivirás;
pero hoy olvídate todo eso, ¿ves?, tu dicha llegará ya en su medida
y tu llanto hoy es vapor; vengan… ¡vengan al hoy ya mi chiquita
porque su pureza les hace su felicidad ya decidida!...
Sí, hacia el presente sal y contigo trae nuestra bebita.

Pues hoy aquí tres años, quince y cien son… ya nada ¡los tuyos son la vida!,
anda, ven… ¡cómete al mundo!, porque veinte hoy tienes ¡tú, bonita!