sábado, 12 de marzo de 2011

Huracán

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Huracán

Relato muy azul esta mañana
augurando tal siempre marcha llana.
Por océanos solos navegaba
en firme y quieta barca al sol que aleja.
No advertí, ya el oleaje se agitaba
e iba abajo y sobre mí pareja
cual fiera que a mi vela derrumbaba,
y al ir a su interior la vi compleja.
Siendo lluvia que a mí ya me mojaba
le abrí mis brazos, cuello y sobreceja,
y entre olas raras que en el mar se dan
esta tormenta se volvió huracán.

Vino de vastos y tranquilos mares;
cruenta apacible me invitó segura
a oír su melodiosa tesitura,
colmando de ritmosos sus cantares
trajo en giros a re oírse por mis lares
los ires de reposo y de premura
guardados en la añeja playa Pura
en que amé a uno como a mil amares.

Y se volvió en remolinoso viento
que me subió a los aires al momento,
pausa y trajín su cuerpo esclarecía
barriendo lo mortal que se oponía,
su aroma en piel flotó, me alzó a probar
y en su rocío los labios refrescar;
me entregué a sus manos, a recorrerla
y en vehemente beso humedecerla.

Fui de su vientre en brisa hasta su seno
y de caricias tibias lo hice lleno,
con la fuerza resuelta de una roca
salté desde su seno hasta su boca;
oh, su boca y voz, mi escondida afluente
de incentivos y pleitos no muy pocos,
causa de que valiente todo intente
y anhele instantes quietos y otros locos.

(Lluviosa ráfaga interior de vida,
curiosos peces vienen a mirarte;
lluviosa ráfaga interior de vida,
relámpagos disputan alumbrarte;
lluviosa ráfaga interior de vida,
virgen racha, de mí quiero mojarte,
lluviosa ráfaga interior de vida,
te extiendes, ¡me lanzo a ti, a abrazarte!)

Su ventisca en mi risa bien rebosa;
es sutil, corredora y buscadora,
sensible, hiriente, algo orgullosa,
sencilla, desafiante y protectora,
a veces cruel, sonriente, recelosa,
llorona, bien portada y pecadora,
vengativa, muy tierna, vanidosa,
estridente, callada y prendadora,
activa, tan esquiva, cariñosa,
osada, parlanchina y pensadora,
es de la soledad tan temerosa
y de la dicha pura soñadora.

Marea calmante y mar vicisitud,
blanda ira dando libre esclavitud
y extraña calma haciéndome inquietud,
enfermo coexistirla y fiel salud.
La adentré, son quietud y alud su clave,
demente y razonable, dura y suave;
me da agridulce sangre entera y pizca,
¡bebí una fiera y paz, ama odalisca!,
la que al atardecer en su granizo
no me heló sino que frío ardiente me hizo,
y al lloverme en el ansia atiza mi hoy
porque tea húmeda esta noche soy.

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Pasó. Me envuelvo en mi tranquilidad.
¿Cuál bien me auguro en una tempestad?

Que en su ojo, centro calmo y de crujir,
su alma vela de la mía el dormir,
y ahí va quien tormentosa se mostró,
la que entre hielo y fuego me llevó.

¡Así fue la ventisca de incendiaria
que tuvo un huracán!: Mujer mía diaria.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Marina

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Marina

Tu marea es fresca en mi apacible playa,
el verme, tibio ocaso que desmaya,
tu palpitar, el hondo burbujear.
Eres el fondo que el secreto calla,
Marina, si te alcanzo vas a hablar.

Tu pelo en finas brisas aires raya,
frondosa tú coral, jugosa baya
de olor que a mí, pez, llama a alimentar.
Delicia, sola estás y no hay muralla,
Marina, si te alcanza mi probar…

Oírte de lejos alejarte encalla,
afinas rocas, ríes al sol que estalla,
tu arpa-agua vierte música, tu olear.
Tifón al sol y cielo que batalla,
Marina, si te alcanza mi cantar…

Mi arena sueña serte una medalla,
tu compañera, tu ama y fiel lacaya,
ir junto a ti el eterno navegar.
Si alcanzo y más allá voy de mi valla,
Marina, serte afluente, real soñar.

Soy fragor, suave y firme amor que ensaya
no manchar la pureza que lo explaya,
no enturbiar tu belleza, y adentrar.
Tú, verdad, sentimiento en mí que se halla,
Marina, si te alcanzo te he de amar.

Te volviste el azul que me avasalla
y al ver que eres tú misma, tu pensar,
tal Marina eres que no tienes talla.
Te alcancé, y nadé en ti el despertar
cual lluvia que hacia ti se acuesta Mar.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Embrollos

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Embrollos

Porque ahondaba y tú me amabas
tu sueño único oí sin trabas,
mal creías que me vedabas
el rimar que recitabas
y que nadie escucharía.
Lo que sólo yo entendía.

Soñaste cosas increíbles
a nosotros irascibles:
- Todo el tiempo resolvía
   tu aviesa patología,
   cruento a ti te rescataba
   y en mi pecho te sanaba.

- Tu cigarro me era incienso.
- No me hacías nada hipertenso.
- Rara vez salía corriendo.
- Diario amábamos sonriendo.
- Me engullía tribulaciones
   dando a ti mil concesiones.

- Olvidando no ser cuerdos
   creábamos en todo acuerdos.
- Recordabas ya tu amnesia.
- Yo era entera y pura iglesia,
   te hacía el trauma superar
   de casarte en el altar.

- Soñaste el vestido blanco,
   todos riéndote, yo en flanco,
   ahí tus padres, tus hermanos;
   y muy fuerte asías mis manos
   por no huyera al oír la glosa:
   “Tú, ¿aceptas por esposa…?
 
- Descifraba tus marañas,
   riendo abría a ti las mañanas.
- Te abrazaba noche y día
   y seríamos melodía.
- Eterna felicidad…
   y éramos tú y yo en verdad.

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Sé por qué no te comprenden,
sé por qué me ves tan raro:

- Marchas si ocres te pretenden
   por saberte ver yo claro.
- Ves dos lenguas que contienden
   y que en sueños nos reparo.

Nunca desembrollarás,
siempre en mí esclarecerás;
de ser extraña alba y deseo
mi tarde hoy eres de paseo.

Yo soñé un anillo y ramo.
Decía: “Sí, acepto y te amo”.