miércoles, 2 de febrero de 2011

A mí a graci as te

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A mí a graci as te

Dios, un día con mi amada a mí agraciaste…
con ella en una playa en mí empezaste,
su eterno mar y valles me mostraste,
en su faz la hermosura me entregaste,
desde su alma rimarla me inspiraste,
es mi reír, bromear, sólo rimo hoy “aste”,
en su palabra velos levantaste,
en ella una niñita nos mandaste
y con su risa en dicha nos colmaste,
sin ella en un abismo me arrojaste,
por verla a voltear tierra me alentaste,
con ella en Tepoztlán me reencontraste,
con ella al fin aquí me re agraciaste;
con ella hechos que aún no entiendo enviaste…


A graci as te

No ansía Dios que dolor de nuevo arrastre
ni a ti otra soledad que no ganaste,
y como frágil de eso tú acabaste
por ti tiré -y dejé de ser- a un “lastre”.
Ayer, tarde en que lo hice aquí llegaste,
me avisaron, fui, y hasta tú contaste:

Al llegar y no hallarme me buscaste,
de improviso en tres casas no me hallaste,
por calles fuiste, subiste y bajaste,
por el kiosco buscando bien pasaste;
“quizá en la iglesia grande” tú pensaste,
y a una vuelta que lleva allá enfilaste
mas como leña ardían, ya ahí no doblaste,
volviste y por el corredor entraste;
después en donde hay libros te asomaste,
luego a quien me halló le preguntaste;
la noche vino, a casa regresaste
y para re empezar ahí me esperaste.

Feliz estás de que antes arribaste,
y esa vuelta en que estaba te evitaste,
y mientras yo con otra era un desastre
por designio de Dios no me encontraste.

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