.
Desconocidos
Dos minutos nos tuvimos. No olvido;
tu piel, sus formas, había una ciencia
que te envolvía entre amor y… tal paciencia.
Cuatro ojos un vagón volvieron nido.
Y hablamos sin hablar de tanto habido,
hubo comprensión, unión, transparencia,
ternura, anhelo; ¡fuimos… pura esencia!,
que ahí mil versos por ti hubieran sido.
Pero no creí; mi cuerpo se quedó
cuando a tu día enfilaste y suplicó
tu mirada: “Ven”. Y ahí yo “desperté”;
tras ti corrí y la puerta se cerró,
y oh… tu voz: “Me voy pero aquí estaré”.
Te busqué, mas ya nunca te encontré.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Hola!
ResponderEliminarLos encuentros dan sensación de aventura.
El embeleso de las historias sabidas, repetidas en aquel encuentro compartido...
Saludos de J.M. Ojeda.
Buen Domingo.