miércoles, 17 de noviembre de 2010

Veinte años

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Veinte años

Tienes ya veinte años
y eres toda una energía,
abre tu voz las sendas
y ordenas en los vientos,
estás tú aquí y allá teniendo
cuanta quieres vía
porque yendo contigo hoy
veinte se alzan muy contentos.

Eras tú chiquilla
que en los campos
jugó mucho y más corrió,
tiempo de abrazos, regalos,
y de felicidad que no fue escueta,
sin preocupación, con mimos,
algo quisiste y se te dio;
¡ah!, años de la infancia
en los que el alma
camina tan repleta;

luego fuiste no tan niña
y mucho ver todo querías,
ingenua andabas,
el bien y el mal viviste
y siempre fuiste pura,
y seguiste así porque esperando
sentir la dicha tú vivías,
reíste y lloraste, pero, linda,
en todo momento con ternura;

y luego un don a tu pureza
la adorno maravilloso
porque tu camino incierto
lo volvió en esplendoroso,
puesto que este don
cuida e ilumina
a quien lo elija;
y nos acompañaste
de una pequeñita,
nuestra hija.


Tú, que en nuestra niña
siempre mores
y le traigas harta dicha;
nuestra niña, que a ti,
madre, te honre y ame
y siempre te lo diga;
tú y nuestra niña,
siempre… sí,
siempre se amen
y jamás verán desdicha;
ustedes, tú y nuestra niña,
siempre… que a las dos
Dios las bendiga;

hoy llevas veinte soles
y no temes a los truenos,
pasas por heladas, ventiscas,
desiertos y por ventas,
se te inclinan las estrellas
y los cielos con sus senos,
cruzas con dominio
y fuerza por abismos
y tormentas;
vuelas con holgura
y porte sobre hielos,
montes y planicies,
te alaba la flora
y ante fieras mandas
en las superficies,
vas siendo reina
de los bosques
y el trinar de todas aves,
y de la voluntad de mares,
nubes y hombres
traes las llaves.

Al pasar de los años, adelante;
irás con larga vista,
tranquila pero firme, serena,
una mujer muy bienhechora;
seguirás con honradez
y siempre habrá una mano
que a ti asista;
darás entonces tu saber;
serás tú toda…
toda una señora;

en el colapso de los tiempos
te vestirás de la experiencia;
mirarás con brillo,
sobreentendida;
regalando sencillita
con paz virtuosa y añoranza
a quien la clame, tu sapiencia,
fuente que derramarás resplandeciente…
serás tú una viejita;

y en un día los Ángeles
te guardarán de todos males,
verás desde tu eterna luz,
en el mundo tu semilla,
complacida,
y abajo serás muy recordada;
te honrarán las hordas celestiales
y estarás junto de Dios que te llamó,
y de él serás la más querida.

¡Oh amada!,
la chiquilla,
la joven ansiosa,
la de veinte,
la madre,
la señora,
la viejita de sapiencia
tanto sana…
oh… mi amada
ya en los cielos,
mi amada del recuerdo
complaciente;
¡oh preciosa que me ama!,
de la creación
eres milagro
¡tú mi amada!

En muchos lugares estuviste
y en muchos más ahí estarás,
un algo ya viviste,
y con los años
más tú harás y vivirás;
pero hoy olvídate todo eso,
¿ves?, tu dicha llegará
ya en su medida
y tu llanto hoy es vapor;
vengan…
¡vengan al hoy ya mi chiquita
porque su pureza les hace
su felicidad ya decidida!...
Sí, hacia el presente sal
y contigo trae nuestra bebita.

Pues hoy aquí tres años,
quince y cien son…
ya nada
¡los tuyos son la vida!,
anda, ven…
¡cómete al mundo!,
porque veinte hoy tienes
¡tú, bonita!

1 comentario:

  1. Herosa edad. Hermoso regalo hecho poema. Un palcer pasar a saludar y leerte. Te dejo un beso, cuidate.

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